lunes, 28 de abril de 2014

PROPIEDADES TERMICAS



Materiales Térmicos.
La decisión de usar unos materiales u otros puede tener un gran impacto en el desempeño térmico y energético. No todos los materiales son iguales, y no todos los materiales tienen el mismo comportamiento ante diferentes condiciones ambientales. Por otro lado algunos materiales tienen cualidades que, si se aprovechan, pueden ayudar a resolver las exigencias climáticas a las que se ven sometidos
Podemos afirmar que conocer con cierto detalle las características térmicas de los materiales empleados resulta indispensable para tomar decisiones de diseño adecuadas; estudiaremos algunas de esas características, incluyendo las propiedades térmicas básicas (densidad, conductividad, resistencia, valor R, calor específico, calor específico volumétrico, capacidad térmica...), las propiedades superficiales (absortividad, emisividad, reflectividad...), así como los conceptos de aislamiento y masa térmica.
Características térmicas básicas

En este tópico se describen las principales características térmicas de los materiales, haciendo énfasis en aquellos que se emplean de manera regular en la construcción. Al final podrás encontrar una tabla con algunos valores relacionados con estos parámetros.
Densidad
Si bien la densidad no es una propiedad térmica en sí misma, se trata de una característica que afecta de manera significativa el desempeño térmico de los materiales. La densidad, o masa específica de un material, es el cociente que resulta de dividir la cantidad de masa (kg) de dicho material por su volumen unitario (m3). Así, la densidad que caracteriza al material se mide en kilogramos por metro cúbico (kg/m3).
Los materiales empleados en la edificación presentan un amplio rango de densidades. Algunos productos aislantes apenas alcanzan una densidad de 10 kg/m3, mientras que los más pesados, como el cobre, alcanzan densidades cercanas a los 8,900 kg/m3.
Conductividad y resistividad
La conductividad (k) y la resistividad son propiedades simples de los materiales. La conductividad se refiere a la capacidad de un material para conducir calor a través de su estructura interna y se expresa en Watts por metro grado Celsius (W/m°C). Otra unidad, aunque de uso cada vez menos frecuente, es la kilocaloría por hora metro grado Celsius (Kcal/mhr°C). La equivalencia entre ambas unidades es:
1 Kcal/mhr°C = 1.163 W/m°C
En algunos estudios la conductividad térmica se describe como el flujo de calor que, en régimen estacionario, atraviesa un material de caras plano-paralelas y de espesor unitario, durante una unidad de tiempo, cuando la diferencia de temperatura entre sus caras es de una unidad.
La resistividad, por otro lado, es el inverso de la conductividad (1/k) y por lo tanto representa la capacidad del material para resistir el flujo de calor. Se expresa en metro grado Celsius por Watt (m°C/W).
Por ejemplo, el acero es un material de elevada conductividad (50 W/m°C) y baja resistividad (0.02 m°C/W), mientras que el poliestireno expandido tiene una conductividad muy baja (0.03 W/m°C) y una resistividad alta (33.33 m°C/W).
Conductancia y resistencia
La conductancia y la resistencia (R) son propiedades de una capa de material, por lo que dependen delespesor específico de dicha capa.
La conductancia representa la capacidad de la capa de material para conducir el calor y es igual a la conductividad dividida por el espesor, expresándose en Watts por metro cuadrado grado Celsius (W/m2°C).
La resistencia, por otro lado, representa la capacidad de una capa de material para resistir el flujo de calor y es igual a la resistividad multiplicada por el espesor, expresándose en metro cuadrado grado Celsius por Watt (m2°C/W). También, aunque casi en desuso, se encuentra la unidad metro cuadrado hora grado Celsius por kilocaloría (m2hr°C/Kcal):
1 m2°C/W = 1.163 m2hr°C/Kcal
Dado que la resistividad es el inverso de la conductividad, y que los valores de conductividad de los materiales constructivos suelen ser más accesibles, la resistencia de un material generalmente se calcula con la siguiente fórmula:
R = e / k
Donde:
R = Resistencia térmica por unidad de área de la capa de material (m2°C/W),
e = Espesor de la capa de material (m).
k = Conductividad del material (W/m°C).
Siguiendo el ejemplo anterior, una capa de acero de 5mm tendría una resistencia térmica de 0.0001 m2°C/W, mientras que una capa de poliestireno expandido de 50mm tendría una resistencia térmica de 1.67 m2°C/W.
En algunos estudios el valor de la resistencia térmica de una capa de material se explica como la diferencia de temperatura que se requiere para producir una unidad de flujo de calor por unidad de superficie.
Valor R
Es común expresar la resistencia térmica de los materiales, sobre todo de los productos aislantes, comovalor R. Por ejemplo, el valor R de una típica colchoneta de fibra de vidrio suele ser de R2.4, es decir, 2.4 m2°C/W.
Si se toma el área total de una capa de este material (m2), se multiplica por la diferencia de temperatura (°C) y se divide por 2.4, se obtiene el flujo de calor en Watts. Así, 100 m2 de aislamiento a base de colchoneta de fibra de vidrio R2.4, expuesto a una diferencia de temperatura de 20°C, dejará pasar un flujo cercano a los 833 Watts.
El valor R se expresa generalmente en m2°C/Watt, pero en algunos países se emplea el pie cuadrado grado fahrenheit por unidad térmica británica (ft²°Fh/Btu):
1 m2°C/Watt = 5.6745 ft2°Fh/Btu
1 ft2°Fh/Btu = 0.1761 m2°C/Watt
Es muy importante prestar atención a las unidades, ya que en esos paises el valor R de la colchoneta en cuestión se expresaría como R13.6 (ft2°Fh/Btu).
En realidad, como se indica en el apartado de resistencia total, los índices de transmisión de calor pueden variar ligeramente ya que existe una resistencia extra a la transmisión de calor entre el aire interior y la superficie del componente, así como entre la superficie expuesta y el aire exterior. Así mismo, la transmisión de calor puede variar dependiendo de la velocidad del viento.
Calor específico
El calor específico es una propiedad simple de los materiales que se refiere, en términos generales, a la capacidad que tienen para acumular calor en su propia masa. También se puede definir como la cantidad de calor que es necesario suministrar a una unidad de peso del material para incrementar su temperatura en un grado Celsius. Mientras mayor sea el calor específico, más energía tendrá que suministrarse para calentar el material.
Para designar al calor específico se utiliza el símbolo Ce. En el Sistema Internacional se utiliza como unidad del calor específico el Joule por kilogramo grado Celsius (J/kg°C). En ocasiones también se utiliza la kilocaloría por kilogramo grado Celsius (Kcal/kg°C), de acuerdo a la siguiente equivalencia:
1 J/kg°C = 0.239 Kcal/kg°C
El agua, curiosamente, tiene uno de los valores de calor específico más elevados, con cerca de 4,200 J/kg°C. Sin embargo los valores de la gran mayoría de los materiales empleados en la edificación oscilan entre 700 y 1,500  J/kg°C. En otras palabras, se trata de un parámetro que sólo representa diferencias importantes en el comportamiento térmico de los materiales cuando se le considera en relación con otras propiedades, como la densidad.
Calor específico volumétrico
El calor específico volumétrico representa la capacidad de almacenamiento de calor de un material, de acuerdo a su densidad. Se calcula multiplicando su densidad por su calor específico, lo que nos da como unidad de medida el Kilojoule por metro cúbico grado Celsius (Kj/m3°C). Otra unidad de medida, aunque de uso menos común, es la Kilocaloría por metro cúbico grado Celsius (Kcal/m3°C). La equivalencia entre ambas medidas es como sigue:
1 Kj/m3°C = 0.239 Kcal/m3°C
Dado que en realidad el calor específico varía relativamente poco entre los principales materiales constructivos, su capacidad de almacenamiento de calor se relaciona estrechamente con la densidad: los materiales pesados, como el concreto, el ladrillo y la piedra, suelen presentar una elevada capacidad de almacenamiento de calor, mientras que con los materiales ligeros, como los aislantes, sucede lo contrario.
Capacidad térmica
La capacidad térmica representa una medida del calor que pueden almacenar las capas de material. Para cálculos simples, la capacidad térmica se puede determinar multiplicando la densidad del material por el espesor de la capa, y luego por su calor específico, de lo cual resulta la unidad Joule por metro cuadrado grado Celsius (J/m2°C). Por ejemplo, la capacidad térmica de una capa de adobe de 30cm sería la siguiente:
1,600 kg/m3 * 0.3 m * 1,480 J/kg°C = 710,400 J/m2°C = 710.40 Kj/m2°C
Cuando se utiliza la capacidad térmica en cálculos en régimen dinámico (con temperaturas variables), por ejemplo para estimar el desempeño de un cerramiento, es necesario emplear cálculos complejos por lo que se suele recurrir a herramientas informáticas.
Características superficiales

Las propiedades superficiales de los materiales pueden afectar de manera significativa su desempeño térmico, por lo que es necesario tomarlas en cuenta en el momento de su elección. Esto es especialmente importante para los materiales que conforman las capas externas de los cerramientos.
Absortividad y absortancia
La absortividad es la propiedad de un material que determina la cantidad de radiación incidente que puede absorver. La absortancia, por otro lado, representa en sí la fracción de radiación incidente que es absorbida por un material, con valores que van de 0.0 a 1.0 (aunque también se puede expresar en términos de porcentaje, de 0% a 100%). La absortancia, en ocasiones denominada absorción superficial, depende fundamentalmente del color y el acabado de los materiales.
La absortancia puede ser establecida en relación con radiaciones de diferentes longitudes de onda. Debido a ello es común encontrar tres formas distintas de absortancia: solarvisible y térmica:
La forma más común se refiere a la absortancia solar, la cual incluye el espectro visible, el infrarrojo y el ultravioleta. Este parámetro generalmente se usa para estimar la forma en que la radiación solar afecta el balance térmico de las superficies (exteriores e interiores) de los elementos constructivos. En la tabla incluida abajo se indican los valores de absortancia solar de algunos materiales constructivos.
Otro parámetro se refiere a la absortancia visible. Esta representa la fracción de la radiación visible incidente que es absorbida por un material. En ese sentido el rango de longitudes de onda considerado es mucho más estrecho que en el caso de la de radiación solar, ya que no se incluye el espectro infrarrojo ni el ultravioleta. Este parámetro también afecta el balance térmico superficial, aunque generalmente se emplea en los cálculos de iluminación.
Un tercer valor es el de la absortancia térmica, el cual se puede considerar un parámetro equivalente a la emitancia. La absortancia térmica representa la fracción de la radiación incidente de onda larga (longitudes de onda infrarrojas) que es absorbida por un material. Este parámetro afecta el balance térmico superficial, pero suele usarse para calcular los intercambios de radiación de onda larga entre varias superficies. Al igual que en los casos anteriores, los valores de la absortancia térmica van de 0.0 a 1.0, donde 1.0 representa las condiciones de un cuerpo negro ideal, el cual absorbería (y emitiría) toda la radiación de onda larga incidente.
Emisividad
La emisividad de un material representa la proporción entre la energía radiada por dicho material y la energía que radiaría un cuerpo negro ideal, dada la misma temperatura y la misma superficie. En ese sentido se trata de una medida de la capacidad de un material para absorber y radiar energía. Si asignamos al cuerpo negro ideal un valor de 1.0, entonces cualquier objeto real tiene una emisividad mayor a 0.0 y menor a 1.0.
Además de la temperatura, la emisividad depende de factores como las condiciones de las superficies (pulidas, oxidadas, grado de rugosidad), el ángulo de emisión y la longitud de onda. Sin embargo generalmente se asume que la emisividad y la absortividad de una superficie no dependen de la longitud de onda, sino que son constantes. Esto se conoce como el supuesto del cuerpo gris.
De acuerdo a la ley de Kirchhoff, para un objeto en equilibrio térmico la emisividad es igual a la absortividad, de tal manera que un objeto que absorbe menos radiación de la que incide sobre él también emitirá menos radiación que un cuerpo negro ideal.
En la siguiente tabla se muestran los valores de absortancia solar y emisividad de algunos materiales comunes en la edificación:
Valores de absortancia y emisividad
Fuentes: M. Evans (1980) y B. Givoni (1976)
Reflectividad y reflectancia
En óptica y termodinámica, la reflectividad representa la fracción de la radiación incidente que es reflejada por una superficie. En términos generales la reflectividad se considera una propiedad direccional, ya que además de la longitud de onda, depende de la dirección de la radiación incidente y de la dirección de la radiación reflejada.
Muchas superficies pueden catalogarse como especulares o difusas. Las superficies especulares, como el vidrio o los metales brillantes, son aquellas cuya reflectividad es cercana a cero en todas las direcciones, excepto en el ángulo de reflexión correspondiente. En cambio las superficies difusas, como la pintura blanca mate, presentan valores de reflectividad iguales (o casi iguales) en todas las direcciones. Estas últimas también se conocen como superficies Lambertianas. Sin embargo, en la realidad casi todas las superficies presentan una cierta mezcla de reflectividad difusa y especular.
En ciertos campos, la reflectividad se distingue de la reflectancia por el hecho de que la primera es un valor que se aplica para capas reflejantes gruesas, mientras que la segunda aplica para capas delgadas. Cuando la reflexión ocurre en capas delgadas, los efectos de la reflexión interna pueden provocar que la reflectancia varíe de acuerdo al grosor de la superficie.
Rugosidad
La rugosidad de un material se suele expresar como el coeficiente entre el área real y el área aparente de su superficie. Si el área real es igual al área aparente el coeficiente de rugosidad es de 1.0. Es muy común, sin embargo, que el área real sea mayor al área aparente, en cuyo caso el coeficiente de rugosidad será mayor a 1.0 (nunca menor). Este parámetro afecta principalmente la convección superficial de los componentes constructivos.




Características superficiales

Las propiedades superficiales de los materiales pueden afectar de manera significativa su desempeño térmico, por lo que es necesario tomarlas en cuenta en el momento de su elección. Esto es especialmente importante para los materiales que conforman las capas externas de los cerramientos.
Absortividad y absortancia
La absortividad es la propiedad de un material que determina la cantidad de radiación incidente que puede absorver. La absortancia, por otro lado, representa en sí la fracción de radiación incidente que es absorbida por un material, con valores que van de 0.0 a 1.0 (aunque también se puede expresar en términos de porcentaje, de 0% a 100%). La absortancia, en ocasiones denominada absorción superficial, depende fundamentalmente del color y el acabado de los materiales.
La absortancia puede ser establecida en relación con radiaciones de diferentes longitudes de onda. Debido a ello es común encontrar tres formas distintas de absortancia: solarvisible y térmica:
La forma más común se refiere a la absortancia solar, la cual incluye el espectro visible, el infrarrojo y el ultravioleta. Este parámetro generalmente se usa para estimar la forma en que la radiación solar afecta el balance térmico de las superficies (exteriores e interiores) de los elementos constructivos. En la tabla incluida abajo se indican los valores de absortancia solar de algunos materiales constructivos.
Otro parámetro se refiere a la absortancia visible. Esta representa la fracción de la radiación visible incidente que es absorbida por un material. En ese sentido el rango de longitudes de onda considerado es mucho más estrecho que en el caso de la de radiación solar, ya que no se incluye el espectro infrarrojo ni el ultravioleta. Este parámetro también afecta el balance térmico superficial, aunque generalmente se emplea en los cálculos de iluminación.
Un tercer valor es el de la absortancia térmica, el cual se puede considerar un parámetro equivalente a la emitancia. La absortancia térmica representa la fracción de la radiación incidente de onda larga (longitudes de onda infrarrojas) que es absorbida por un material. Este parámetro afecta el balance térmico superficial, pero suele usarse para calcular los intercambios de radiación de onda larga entre varias superficies. Al igual que en los casos anteriores, los valores de la absortancia térmica van de 0.0 a 1.0, donde 1.0 representa las condiciones de un cuerpo negro ideal, el cual absorbería (y emitiría) toda la radiación de onda larga incidente.
Emisividad
La emisividad de un material representa la proporción entre la energía radiada por dicho material y la energía que radiaría un cuerpo negro ideal, dada la misma temperatura y la misma superficie. En ese sentido se trata de una medida de la capacidad de un material para absorber y radiar energía. Si asignamos al cuerpo negro ideal un valor de 1.0, entonces cualquier objeto real tiene una emisividad mayor a 0.0 y menor a 1.0.
Además de la temperatura, la emisividad depende de factores como las condiciones de las superficies (pulidas, oxidadas, grado de rugosidad), el ángulo de emisión y la longitud de onda. Sin embargo generalmente se asume que la emisividad y la absortividad de una superficie no dependen de la longitud de onda, sino que son constantes. Esto se conoce como el supuesto del cuerpo gris.
De acuerdo a la ley de Kirchhoff, para un objeto en equilibrio térmico la emisividad es igual a la absortividad, de tal manera que un objeto que absorbe menos radiación de la que incide sobre él también emitirá menos radiación que un cuerpo negro ideal.
En la siguiente tabla se muestran los valores de absortancia solar y emisividad de algunos materiales comunes en la edificación:
Valores de absortancia y emisividad
Fuentes: M. Evans (1980) y B. Givoni (1976)
Reflectividad y reflectancia
En óptica y termodinámica, la reflectividad representa la fracción de la radiación incidente que es reflejada por una superficie. En términos generales la reflectividad se considera una propiedad direccional, ya que además de la longitud de onda, depende de la dirección de la radiación incidente y de la dirección de la radiación reflejada.
Muchas superficies pueden catalogarse como especulares o difusas. Las superficies especulares, como el vidrio o los metales brillantes, son aquellas cuya reflectividad es cercana a cero en todas las direcciones, excepto en el ángulo de reflexión correspondiente. En cambio las superficies difusas, como la pintura blanca mate, presentan valores de reflectividad iguales (o casi iguales) en todas las direcciones. Estas últimas también se conocen como superficies Lambertianas. Sin embargo, en la realidad casi todas las superficies presentan una cierta mezcla de reflectividad difusa y especular.
En ciertos campos, la reflectividad se distingue de la reflectancia por el hecho de que la primera es un valor que se aplica para capas reflejantes gruesas, mientras que la segunda aplica para capas delgadas. Cuando la reflexión ocurre en capas delgadas, los efectos de la reflexión interna pueden provocar que la reflectancia varíe de acuerdo al grosor de la superficie.
Rugosidad
La rugosidad de un material se suele expresar como el coeficiente entre el área real y el área aparente de su superficie. Si el área real es igual al área aparente el coeficiente de rugosidad es de 1.0. Es muy común, sin embargo, que el área real sea mayor al área aparente, en cuyo caso el coeficiente de rugosidad será mayor a 1.0 (nunca menor). Este parámetro afecta principalmente la convección superficial de los componentes constructivos.
Materiales de elevada masa térmica




Los materiales que tienen una elevada capacidad térmica, es decir, un espesor considerable y un gran calor específico volumétrico, así como una conductividad moderada, digamos entre 0.5 y 2.0 W/m°C, generan lo que se conoce como efecto de masa térmica. Entre ellos podemos incluir el adobe (y la tierra en general), el ladrillo, la piedra, el concreto y el agua (uno de los más eficientes).
Estos materiales pesados tienen la cualidad de absorber la energía calórica y distribuirla gradualmente en su estructura interna. Dado que requieren una gran cantidad de energía para aumentar su temperatura, los procesos de transmisión de calor por conducción a través de ellos propician un efecto de “almacenamiento” de calor, lo cual provoca fenómenos bastante peculiares. Para comprenderlos mejor imaginemos la siguiente secuencia de eventos:
Un muro grueso de adobe recibe una cantidad importante de radiación solar durante el día. La radiación solar calienta la superficie exterior del muro y ese calor es absorbido y transmitido lentamente hacia la superficie interior (siempre y cuando ésta tenga una temperatura inferior). Unas 8 horas después de que el muro recibió la mayor cantidad de energía, es decir, durante la noche, su superficie interior alcanza la mayor temperatura posible, contribuyendo a calentar el espacio interior. Para ese momento el muro ha “almacenado” una cantidad importante de energía, por lo que seguirá radiando calor hacia el interior bastantes horas después de que la superficie exterior haya dejado de recibir radiación. Aún cuando durante la noche  el muro pierde calor también hacia afuera (si la temperatura exterior desciende lo suficiente) una parte importante de éste continuará ingresando al espacio interior.
Para medir de manera objetiva el efecto de masa térmica se han definido dos conceptos que operan en régimen dinámico y actúan en forma simultánea: el retraso y el amortiguamiento térmicos.
Retraso y amortiguamiento térmicos
El retraso térmico, en ocasiones llamado desfase, hace referencia al tiempo que tarda en pasar el calor a través de una capa de material. Dicho en otros términos, es el tiempo transcurrido entre los momentos en que se dan las temperaturas máximas en cada una de las superficies del material. Mientras mayores sean el espesor y la capacidad térmica, y menor la conductividad, más tiempo requerirá la energía calórica para atravesarlo. Un muro de adobe de 60cm de espesor, por ejemplo, puede presentar un retraso térmico de 8-10 horas (el tiempo exacto dependerá de otros factores, como la diferencia de temperatura entre las superficies interior y exterior).
Por otro lado el amortiguamiento térmico, en algunos estudios denominado decremento, mide la reducción de la temperatura cíclica de una superficie (generalmente la interior) respecto a la temperatura cíclica de la superficie contraria. Podemos visualizar este fenómeno mediante dos curvas que representen la oscilación diaria de la temperatura en cada superficie. Recurriendo al mismo ejemplo del muro de adobe, la superficie exterior puede presentar una oscilación diaria de 18°C, mientras que la superficie interior presenta una oscilación diaria de 9°C. Tenemos entonces un factor de amortiguamiento de 0.5 (oscilación interior / oscilación exterior). Mientras más pequeño sea el valor del factor de amortiguamiento más estables tenderán a ser las temperaturas interiores.
Al actuar de manera conjunta, estos dos factores provocan tanto una reducción de los flujos de calor como un desfase de los momentos en que se alcanzan las máximas temperaturas superficiales. El efecto global es una estabilización de las temperaturas en el interior de los edificios respecto a las temperaturas exteriores. En condiciones estándar un muro de fábrica de ladrillo de 10cm podría presentar un desfase de 1 hora y un amortiguamiento de 0.90, mientras que otro de 30cm podría presentaría un desfase de 5 horas y un amortiguamiento de 0.70.
El uso apropiado de los materiales con masa térmica
Los materiales de elevada masa térmica ofrecen el mayor potencial de aprovechamiento en los lugares cuyas temperaturas presentan variaciones diarias significativas. Por ejemplo en algunos desiertos la temperatura exterior puede alcanzar los 40°C durante la tarde, mientras que puede descender hasta los 10°C durante la madrugada. En los edificios con cerramientos de elevada masa térmica (con un retraso térmico de entre 8 y 12 horas) los aportes calóricos diurnos pueden llegar a los espacios interiores durante la noche, es decir, cuando son necesarios para contrarrestar el descenso de la temperatura exterior. Por otro lado, al haber descargado gran parte de su energía calórica durante la noche, los cerramientos son capaces de “absorber” aportes calóricos durante el día, contribuyendo a reducir las temperaturas interiores. Este último fenómeno es especialmente efectivo cuando se aprovecha la ventilación natural durante el periodo nocturno.
En los climas que son constantemente cálidos los materiales de elevada masa térmica suelen tener efectos reducidos, e incluso pueden llegar a ser perjudiciales. Esto se debe a que la superficie interior de los cerramientos tiende a mantener una temperatura cercana al promedio de las temperaturas exteriores. Si ésta se ubica cerca del límite superior del rango de temperaturas de confort, de hecho puede contribuir a incrementar el disconfort de los ocupantes. Esa es la razón por la que la arquitectura vernácula en los lugares de clima tropical suele ser de materiales ligeros y de reducida masa térmica, generalmente vegetales.
Algo similar sucede en los lugares muy fríos, como las regiones subpolares, donde la prioridad suele ser un elevado aislamiento. En éste caso la masa térmica expuesta se reduce al mínimo. Sin embargo en algunas circunstancias estos materiales se pueden aprovechar en forma localizada y en pequeña escala, por ejemplo mediante chimeneas y muros Trombe.
Otro aspecto a considerar es la “calibración” del espesor de los cerramientos de elevada masa térmica. Cuando éstos son muy delgados el calor absorbido afecta a los espacios interiores casi de inmediato, es decir, cuando resulta más perjudicial. Además las pérdidas de calor en los periodos fríos suelen ser muy rápidas. Si son demasiado gruesos, curiosamente, pueden generar un efecto similar: la acumulación y transmisión de calor requieren periodos excesivamente largos, por lo que los aportes de calor hacia el interior se pueden dar cuando no son necesarios.
Los edificios con sistemas de climatización artificial merecen mención aparte. En éste caso la elevada masa térmica también puede llegar a ser perjudicial, ya que dichos sistemas se ven obligados a trabajar en buena medida para enfriar o calentar los cerramientos, antes de lograr un adecuado acondicionamiento de los espacios interiores. Esto es aún más evidente en los lugares de uso esporádicos (un teatro, por ejemplo), en los que se requiere un efecto prácticamente inmediato de los sistemas de climatización.
Combinación de aislamiento y masa térmica
La combinación de materiales aislantes y materiales de elevada masa térmica en los cerramientos de los edificios suele redituar grandes beneficios. Uno de ellos es que los componentes con masa térmica no requieren un gran espesor para trabajar de manera eficiente (generalmente un grosor de 15 a 25cm es adecuado) lo cual significa ahorros importantes, tanto de espacio como de recursos económicos. El más importante, sin embargo, es que se pueden lograr prestaciones térmicas más significativas que cuando sólo se usa alguno de ellos.
Numerosas investigaciones han demostrado que lo ideal es ubicar el material aislante hacia el exterior, de preferencia en forma continua para evitar los puentes térmicos. De esa manera la masa térmica interactúa más eficientemente con los espacios interiores, mientras que el aislamiento constituye una barrera tanto al ingreso del calor (en los periodos cálidos) como a las pérdidas (durante los periodos fríos).
Características térmicas básicas de algunos materiales










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